Comentario
Durante el Imperio mogol de la India el arte floreció con todos los emperadores hasta finales del siglo XVII, exceptuando a Aurangzeb, que ejerció un débil mecenazgo. La pintura y la arquitectura se convirtieron en los lenguajes artísticos preferidos por el poder. Se considera a Akbar como el fundador de la pintura mogola, llevando a la India a grandes pintores como Mir Saiyide Alí y Abdus Samad. Ellos se encargaron de formar a un buen número de pintores, principalmente de Gujarat, Rajastán y Cachemira, introduciéndoles en el estilo formalista y la cargada ornamentación, todo con gran colorido y vivacidad. A la muerte de Akbar, podían encontrarse en su biblioteca cerca de 24.000 manuscritos ilustrados, pese a que el mismo emperador no sabía leer.
Mejor labor de mecenazgo hizo Jahangir, alcanzando con él la pintura mogola su gama más amplia en modos y formas distintivas. Permanece en su tiempo la vitalidad de las obras que caracterizaba a las realizadas bajo Akbar, pero sin el movimiento de multitudes y con un mayor interés por mostrar la personalidad humana. Además, la pintura del periodo se caracteriza por el surgimiento de un nuevo realismo, como se muestra en las pinturas de plantas y animales de Mansur.
El interés de Jahangir por la pintura le llevó a interesarse por ésta hasta extremos insospechados. Así lo confiesa él mismo en sus memorias: "Por lo que a mí respecta, mi afición a la pintura y mi práctica para juzgarla han llegado a tal punto que, cuando me presentan alguna obra..., digo al instante si es de éste o de aquel pintor. Y si se trata de una obra que contiene varios retratos, y cada uno es obra de un maestro diferente, yo puedo descubrir cuál es obra de un maestro diferente, yo puedo descubrir cuál es el rostro que ha pintado cada uno de ellos. Y si alguna otra persona ha introducido algo en el ojo o en las cejas de un rostro, puedo percibir de quién es el rostro original y de quién el añadido de los ojos y las cejas."
Aún mejor que la pintura, la arquitectura expresa la síntesis de los modos islámico e indio, así como la pujanza del imperio mogol. La sabia mezcla de ambas tradiciones arquitectónicas alcanza su esplendor en Fatehpur Sikri, la que fuera provisionalmente capital de Akbar, cerca de Agra, construida entre 1569 y 1585. Su arquitectura combina elementos islámicos como bóvedas, arcos y amplios patios, junto con la solidez, la piedra lisa y la decoración ornamental hindú. Shah Jahan, maestro de constructores, devolvió la capitalidad a Delhi e impulsó la construcción de edificaciones magníficas como el Fuerte Rojo y el incomparable Taj-Mahal.